Hank Pym, el Vengador más débil

El primer Hombre Hormiga, el primer Hombre Gigante, fundador de los Vengadores, el creador de Ultron en los cómics… y también el Vengador maltratador, el de las crisis nerviosas y los cambios de identidad que buscaban sobrecompensar sus inseguridade. El personaje de Henry Pym, retrato involuntario de lo que ahora llamamos “masculinidad tóxica”, es el resultado de cómo los cómics de superhéroes intentaron hacerse adultos, solo les salió a medias y ahora se releen a sí mismos.

Henry Pym nació en las páginas de Tales to Astonish (1959-1968) y fue uno más de los personajes en representar el tránsito de la entonces pequeña editorial Marvel desde la ciencia-ficción y las historias de monstruos de los cincuenta a la nueva moda de los superhéroes. Stan Lee escribió la historia de un científico loco que se encogía y acababa viviendo aventuras en un hormiguero, se olvidó de él y luego un día pensó que sería buena idea recuperarlo de súper. Le dio un casco para hablar con las hormigas, una novia parsifalista mucho más joven que él -Janet Van Dyne, la Avispa- y una historia de espías rusos que lo convertía en viudo doliente. 

Cuando se crean los Vengadores en 1963 los poderes de encogimiento le duran poco, ya que Stan decide que con una persona pequeña en el equipo era suficiente y la marcha de Hulk dejaba vacante el puesto de forzudo. Al “invertir” las partículas Pym llegaba el turno del Hombre Gigante, más tarde Goliath, sus primeros cambios de identidad. Hasta aquí, y en plena Edad de Plata de los cómics de superhéroes, Pym es una mezcla del científico-para-todo que lo mismo te fabrica una IA viable que te opera a corazón abierto, y “el Aquaman” del grupo, ese personaje que no es el favorito de nadie pero forma parte del paisaje de la colección.

Muy sano todo.

Tebeos para niños mayores

Su exclusión del salto al cine le “regaló” la creación de Ultrón a Tony Stark, pero en los cómics es el primer gran error del que el personaje nunca ha conseguido recuperarse, la “paternidad” de un asesino de masas. Pero será su tercer cambio de identidad el más difícil de procesar visto en perspectiva. En Avengers #59 (1968) Chaqueta Amarilla debuta pegándose con todo el equipo y obligando a la Avispa a besarlo. En el siguiente número se casan. Solo cuando atacan los malos se desvela el cambio de identidad y se explica la primera “crisis nerviosa” de Pym por ser incapaz de pedirle matrimonio a Janet debido al trauma de la muerte de su primera esposa. Sí. Le zurró a sus amigos y metió mano sin permiso a su novia pero lo hizo por amor

Vale, año 68. Se podían leer cosas peores. Pero en los primeros ochenta el caldo de cultivo de Watchmen (1985) ya estaba en las series del mainstream, con los guionistas queriendo reflejar “problemas del mundo real”. El siempre polémico editor Jim Shooter, un año antes, había metido la zarpa en Uncanny X-Men (1963-2011) para ordenar la muerte de Fénix. También había cofirmado el epatante Avengers #200, con lo que hoy solo puede leerse como la violación de Ms. Marvel. En 1981 escribiría la historia de la corrupción de Chaqueta Amarilla mientras daba la orden editorial de que todos los personajes nuevos que se creasen ese año fuesen mujeres para volver Marvel más inclusiva.

“Todo lo arreglas con que es legal en Wakanda”.

Como guionista de los Vengadores, Shooter quería narrar la historia de la caída de un héroe y decidió que las “crisis nerviosas” del antiguo Ant-Man eran una excusa tan buena como cualquier otra. Un Pym acomplejado por su debilidad frente al resto del equipo dispara a un enemigo por la espalda y es sometido a juicio para decidir si es expulsado. Su solución es fabricar un robot que atacaría durante el proceso y al que él mismo vencería. La Avispa lo descubre y él la abofetea. Durante el juicio su plan sale mal, se descubre el engaño y el maltrato, es expulsado del grupo y Janet se divorcia de él. Chimpún.

Shooter ha llegado a escribir que el bofetón fue un error del dibujante, Bob Hall, y que en el guión ponía que debía ser un golpe accidental. Dados los diálogos del resto del número, incluyendo las reacciones de los personajes, y que el artículo en el que avisa del presunto error es de 2002, nos podemos permitir ponerlo en duda. Por otro lado en esos mismos números y los anteriores se había presentado a un Chaqueta Amarilla que trataba con desprecio de manera constante a su pareja. Ya no eran las actitudes paternalistas de los sesenra que ahora nos parecen tremendas y entonces eran “lo normal”, sino llamarla estúpida delante de otras personas o en privado. Eso no era un error del pobre Bob Hall.

Además el guionista llevó hasta las últimas consecuencias la corrupción del héroe y a efectos prácticos lo convirtió en supervillano, al hacerlo traicionar al equipo. Por otro lado, aprovechó para dar desarrollo a la Avispa y convertirla en la líder del equipo, una de cuyas primeras decisiones es fichar más mujeres. Esto lo ampliaron y mejoraron escritores posteriores, como Roger Stern.

Shooter fue el editor de La muerte del Capitán Marvel (1982) de Jim Starlin y el Born Again (1986) de Frank Miller y David Mazzuchelli, además de Escuadrón Supremo (1985) de Mark Gruenwald, Bob Hall y Paul Ryan, que se adelantó por muy poquito a la obra de Moore y Gibbons. Es en este contexto en el que hay que leer a Pym, el superhéroe maltratador, que en cualquier caso es tratado como un fallo privado. Cuando pocos años más tarde se escribieron sus conversaciones de reconciliación con Janet, el episodio será tratado como poco menos que una discusión de pareja especialmente dura.

El científico inseguro patológico

La primera redención de Hank Pym empezó prácticamente en el momento de consumarse su caída, tras recogerlo Steve Englehart en West Coast Avengers (1985-1994). Tras un intento de suicidio del que lo rescata Pájaro de Fuego, católica practicante oficial de los Vengadores -por supuesto con erótico resultado-, se reinventa como Doctor Pym, científico aventurero. En su “primera” aparición le ponen una bufanda imposiblemente larga -¿eh? ¿lo pillas?- y la idea es que al aceptarse a sí mismo consigue quitarse sus problemas de inseguridad. Más de veinte años después Kurt Busiek escribiría más o menos lo mismo solo que mejor dibujado y metiendo un desdoblamiento por medio en el que dos Pyms se abofetean al estilo de Superman 2

Hay un cierto consenso implícito entre autores y lectores veteranos del fandom superheroico acerca de que los personajes “no tienen la culpa” de lo que los escritores hacen con ellos, algo que en un medio que en gran parte vive de la nostalgia y reescribir en bucle su propia historia ha permitido que se rescate a héroes que fueron escritos como supervillanos, tal que el Hal Jordan asesino de masas de los noventa o el Tony Stark dictatorial de la primera Civil War (2005) en viñetas. El espinoso asunto en este tema sería la consabida “continuidad”, esa parte de la gracia de las viñetas que el UCM fue capaz de trasladar a la pantalla.

Acaba de impedir que se suicide y luego le ha confesado que abofeteó a su exmujer.

A estas alturas lo que resulta más chocante, en realidad, no es la historia de la caída de Chaqueta Amarilla, que enfadó a algunos fans pero fue revolucionaria para los cómics de superhéroes de la época -que ya es nicho-, sino su constante redención, hasta el punto que ser el tipo que siempre está intentando arreglar sus errores se convirtió en la base del personaje. Cada escritor que trata al personaje se siente obligado a volver a explicar que se arrepiente de aquel episodio y que ahora es una persona diferente. La media sale a dos veces por década, casi como si fuesen batallas definitivas, esta sí que sí, entre el Joker y Batman.

Dan Slott, experto en darle un giro a los argumentos de las etapas más clásicas, hizo de su etapa en Poderosos Vengadores (2008-2010) la historia de cómo Pym experimenta, la caga, lo arregla y vuelve a empezar. Aunque una cosa sea equivocarse en el reclutamiento de superhéroes y otra haber maltratado a su ex. Entre medias también escribe con notable desvergüenza un drama incestuoso con Ultrón, su novia robot Yocasta -creada con la personalidad de la Avispa como base- y el propio Pym que incomoda visiblemente a cualquier otro personaje presente. Al lector no, el lector se desorina vivo.

Hank y la friendzone. No lo vistéis venir.

“Actualizar” el conflicto

En 2002 Mark Millar y Bryan Hitch parieron The Ultimates (2002-2004), un relanzamiento de cero y “modernizado” de los Vengadores dentro de la línea del mismo nombre. La idea era que estaban haciendo un traslado “realista” de los superhéroes Marvel a la actualidad, y eso se traduce en un Pym al que no es que se “escape un guantazo”, es que ataca a su mujer con insecticida y le azuza una manada de hormigas hambrientas… pero al que curiosamente, aunque el Capitán América le parta la cara, nadie denuncia o lleva a juicio ni nada parecido. El personaje es arrastrado por el fango con un ridículo tras otro mientras miente a jovencitas sobre presentarles a Spider-Man para llevárselas al catre.

Lo reseñable en este caso es cómo a Millar el hecho del maltrato en sí, en realidad, le da un poco igual. Se trata de hacer más escandaloso un problema del mundo real añadiéndole superpoderes. El episodio es reflejado como una pelea en la que Janet devuelve algunos golpes y él llega a pedir que “sin poderes”. Y aún así la condición de Pym es del “pringado” del grupo. Que sea, citando a Shooter, un wife-beater es no tanto un problema como parte de la caracterización del personaje como un pringao que pierde todas sus peleas y no sabe ligar.

Mark Millar y la sutileza.

Con todo, la representación del maltrato e incluso, sin querer, de la relación de codependencia que Janet establece con él es bastante más parecida a la vida real que lo visto en el Universo Marvel tradicional. Irónicamente lo mismo ocurrió por la misma época, 2004, cuando el muy denostado escritor Chuck Austen se hace cargo brevemente de los Vengadores. En este caso muestra la única conversación en la que la Avispa le dice a Pym que nunca podrá perdonarlo y que necesita terapia. 

Si no hubiese veinte años de reconciliación entre los personajes por medio igual hasta habría sido más o menos natural, a pesar del tono culebronesco. Por otro lado no he venido yo aquí a poner a Austen de concienciado con nada. Esa historia abría con un diálogo en el que Ojo de Halcón recomendaba al Capitán América que si quería echarse novia debía pegarle más fuerte a las villanas.

Chuck Austen y la naturalidad.

Poco después el personaje pasará por las manos de Brian M. Bendis, al que los Pym-Van Dyne no le interesan mucho, aunque habrían encajado bien en su obsesión con el contraste entre los superhéroes de los 60-70 y los de “la actualidad”. Así que los vuelve a divorciar mientras profundiza en la idea de Pym como un loser más que como alguien condenable. Su separación de la Avispa es porque ella es muy frívola y él un estirado -¡igual que los escribía Stan!- e implícitamente ella lo engaña. Él se lía con una alumna… y resulta que es un Skrull cambiaformas que quiere sacarle sus secretos y luego suplantarlo. 

Aunque la “continuidad” sacrosanta al final sirve para que los escritores usen las partes del pasado de los personajes que les convienen y las que no las ignoren, en el caso de Pym el maltrato a su exmujer es casi como la muerte de Gwen Stacy para Spider-Man: no forma parte del origen imprescindible del personaje, pero es un hecho tan importante que se da por sentado que siempre es canon. Alrededor de 2008 Bendis podía presentar la relación de Chaqueta Amarilla con su mujer como tóxica per se, distribuyendo las culpas, como había hecho Englehart en 1986. Y son dos escritores considerados, digamos, progres. 

Brian M. Bendis y los chistes de pitos.

El personaje inadaptable

En su salto al cine Hank Pym ha ganado la cara de Michael Douglas, en una de estas decisiones de casting de Marvel con doble tirabuzón, cediendo el protagonismo como Hombre Hormiga y persona normal oficial del UCM a Scott Lang/Paul Rudd. Este envejecimiento y transformación en mentor aparta a Pym de los focos y dulcifica su relación con Janet Van Dyne, que incluso convertida en el macguffin de Ant-Man and the Wasp (2018) queda relegada a segundo plano. Incluso su personalidad de Chaqueta Amarilla es convertida en villano en la primera entrega -como de hecho ya lo fue brevemente en las páginas de Siempre Vengadores (1998) de Kurt Busiek y Carlos Pacheco-.

No es ya que a estas alturas nos pueda escandalizar su redención en los ochenta, es que en la actualidad el personaje solo podría ser adaptado como irredimible. De hecho tanto Hank Pym como Janet Van Dyne han sido barridos bajo la alfombra en las actuales versiones del universo Marvel canónico de las viñetas, con él fusionado con su hijo Ultron y un probable regreso como supervillano, si es que se produce. Aunque conociendo el carácter cíclico de los universos superheroicos, todo es posible.

No, si como moraleja es buena.

Lo cual, por cierto, deja otro debate en el aire que es dudoso que con Disney por medio se afronte, aunque en los cómics permite cierta libertad: el de la reinserción. La mayoría de los héroes Marvel han sido supervillanos o se han comportado como tales en algún momento de sus trayectorias, algunos Vengadores han matado a sus enemigos… ¿qué es exactamente un crimen imperdonable para un superhéroe? Aunque claro, el problema, precisamente, es que llevan cuarenta años dando explicaciones con conciencia culpable de por qué se le ha perdonado, una y otra vez.

¿Te ha gustado este artículo? Puedes colaborar con Canino en nuestro Patreon. Ayúdanos a seguir creciendo.

Publicidad